¿En qué consiste la prevención del infarto?
La aterosclerosis (arteriosclerosis) es un proceso vascular generalizado en cuyo desarrollo intervienen múltiples factores, que ocasiona la formación y el depósito de placas en el interior de las arterias. Estas placas arterioscleróticas originan un déficit circulatorio total o parcial.
En el caso de la circulación coronaria, el déficit circulatorio puede llegar repercutir sobre el músculo cardiaco o miocardio, produciendo lo que se denomina isquemia (que puede llegar a traducirse en una angina de pecho). Si el déficit circulatorio coronario progresa, paulatina o súbitamente, da lugar a una lesión del miocardio (infarto de miocardio).
La prevención de la enfermedad coronaria, en cualquiera de las formas en que se presenta, abarca una serie de medidas que se deben tomar entre la población general, personal sanitario y estamentos gubernamentales, dirigidas a identificar y alterar los factores de riesgo implicados en la aparición de la enfermedad arteriosclerótica.
Por lo tanto, en la prevención están implicados desde la investigación y programas científicos sobre la capacidad de aparición de estos factores de riesgo hasta la implementación de métodos preventivos, campañas de educación de la sociedad y medidas específicas para aplicar en personas especialmente susceptibles, con el fin de disminuir las posibilidades de desarrollar la enfermedad que conduce al infarto.
¿Cuáles son los factores de riesgo de sufrir el infarto?
La Sociedad Europea de Cardiología y la Sociedad Española de Cardiología han elaborado unas recomendaciones basadas en la estimación del nivel de riesgo o propensión de una determinada persona para sufrir un incidente coronario (angina de pecho o infarto). Para ello dividieron las estrategias que se debían seguir según factores modificables y factores no modificables, indicando además unas costumbres determinadas que conllevan un mayor riesgo de padecer esta enfermedad.
– Estilos de vida asociados a un aumento del riesgo de futura enfermedad coronaria
– Hábito de fumar
– Dieta rica en grasas saturadas, colesterol y calorías
– Inactividad física
– Consumo excesivo de alcohol.
– Características personales, no modificables, asociadas a un aumento del riesgo de futura enfermedad coronaria
– Edad y sexo (varones con edad igual o superior a 45 años y mujeres con edad igual o superior a 55 años o en el periodo después de la menopausia).
– Familiares que hayan sufrido una enfermedad coronaria, u otras enfermedades vasculares debidas a aterosclerosis, antes de los 55 años (en varones) y antes de los 65 (en mujeres).
– Diabetes
-Características personales, modificables, asociadas a un aumento del riesgo de futura enfermedad coronaria
– Aumento del colesterol en sangre, particularmente el colesterol “malo” o LDL-colesterol. El objetivo es conseguir una cifra de este colesterol inferior a 160 mg/dl.
– Aumento de la presión arterial (cifras de presión arterial superiores o iguales a 140/90 mm Hg).
-Disminución del colesterol “bueno” (HDL-colesterol) en sangre (inferior a 40 mg/dl).
-Aumento de los triglicéridos en sangre (sobretodo si se acompaña de un aumento de las cifras de colesterol).
-Obesidad
-Factores que aumentan la formación de trombos en sangre.
¿Qué puede hacer el médico?
Según los expertos, el establecimiento de sistemas de prevención eficaces y el correcto asesoramiento para educar la población sobre cómo reducir el riesgo de enfermedad coronaria sigue siendo una asignatura pendiente. En la actualidad, todavía es más fácil tratar pacientes que prevenir la enfermedad. Resulta enormemente complejo y costoso detectar, regular y tratar todos los posibles factores de riesgo en las diferentes franjas de edad de una población.
Individualmente, los médicos pueden determinar e informar sobre qué factores de riesgo de padecer la enfermedad coronaria posee una determinada persona. Asimismo, es posible pondera dichos factores e indicar una estrategia para seguir a efectos de minimizar su repercusión.
Así, hablar de prevención del infarto no consiste únicamente en ofrecer consejos generales, sino, en muchos casos, en la necesidad de informar lo más exactamente posible sobre el verdadero riesgo que tiene una determinada persona de sufrir un episodio coronario agudo. Es decir, es fundamental informar sobre el nivel de riesgo (a partir de los factores de riesgo concurrentes) de sufrir la enfermedad coronaria.