El reconocimiento debe estar destinado a descartar cardiopatías asociadas con muerte súbita durante un ejercicio intenso, ya sea en atletas recreacionales o de alta competición.
Participar en pruebas populares, maratones y demás competiciones es cada vez más frecuente. No lo es, sin embargo, contar con un certificado médico que avale la aptitud física del deportista, ya sea amateur o profesional. Marcando la delantera, y en parte porque la normativa francesa así lo establece y un tramo del recorrido transcurre por el país galo, este año la famosa Quebrantahuesos exige a sus participantes la presentación de un certificado que indique la ausencia de contraindicaciones para participar en la prueba ciclodeportiva.
Araceli Boraita, jefe del Servicio de Cardiología de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, y Pedro Manonelles, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Femede), han coincidido en la necesidad de valorar la salud del deportista tanto si va a participar en una prueba de alta competición como si realiza ejercicio recreacional de alta intensidad. Ambos se han mostrado partidarios de exigir estos documentos, siempre que estén hechos por profesionales que sepan valorar las pruebas para preservar la salud.
“Consideramos que cualquier prueba deportiva o inscripción en una actividad reglada debe precederse de un reconocimiento médico previo de aptitud”, ha explicado a DM Manonelles. En la misma línea, Boraita ha añadido que el reconocimiento está· destinado a descartar “patologías que puedan poner en riesgo la vida del atleta cuando realiza un ejercicio intenso, ya sea recreacional o competitivo. Entre el 92 y el 97 por ciento de las causas más frecuentes de muerte súbita son de origen cardiovascular”.
Según Manonelles, estos reconocimientos también permiten valorar si hay problemas (alteraciones de la visión, disfunciones ortopédicas, anomalías musculares…) que merezca la pena tratar aunque no sean letales, y que mejorarán el rendimiento.
Las patologías asociadas a muerte súbita varían en función de la edad. Así, en jóvenes las más comunes son las miocardiopatías -arritmogénica e hipertrófica-, las anomalías coronarias, las canalopatías y las patologías aórticas. “En los mayores de 30 años lo más probable es que se trate de una cardiopatía isquemia aquella que puede poner en riesgo al deportista durante un ejercicio extenuante”, ha dicho Boraita.
Desde Femede se ha recomendado un reconocimiento básico, que incluya una historia clínica completa con la evaluación de los datos patológicos personales y familiares de muerte súbita, la situación clínica por aparatos y un electrocardiograma (ECG) de reposo. Para menores de 30 años, Boraita ha coincidido en este protocolo y ha añadido que “casi el 30 por ciento de las autopsias en blanco en deportistas jóvenes podrían estar causadas por canalopatías, que no dejan rastro”. Para diagnosticarlas es necesario realizar un ECG.
Por otro lado, “en mayores de 30 años, si van a realizar ejercicio extenuante, lo ideal es una prueba de esfuerzo máxima para observar cómo se comporta hemodinámicamente el organismo. En el caso de que haya sospecha de una cardiopatía, el siguiente paso en el screening es un ecocardiograma”.
“Calculamos que se producen unos 150-200 casos de muerte súbita haciendo deporte al año en España. Si se realizaran reconocimientos adecuados, solo con la valoración de los antecedentes, del electrocardiograma y de la auscultación cardiaca, parte de esas muertes se podrían evitar”, ha dicho Manonelles, quien ha alabado la iniciativa de la Quebrantahuesos, y ha recomendado “acudir al médico del deporte para que controle y evalúe si hay alguna patología que pueda poner en peligro la vida del deportista. El ejercicio, ya sea una carrera popular o una maratón olímpica, implica el mismo riesgo para el paciente susceptible”.
Boraita ha recordado que los reconocimientos tienen fecha de caducidad. Las canalopatías pueden no detectarse en una prueba pero sí en posteriores evaluaciones. “Las miocardiopatías evolucionan en el tiempo en función de varios condicionantes, muchos metabólicos, y son impredecibles. Hay que hacer evaluaciones individualizadas” y pautar su repetición en función del deporte y de su exigencia cardiovascular.
Boraita ha pedido a los deportistas “que no se llamen a engaño. Las cardiopatías no están reñidas ni con una forma física excelente ni con el rendimiento, al que no limitan e incluso pueden elevar”. Sin embargo, ha dejado claro que “el ejercicio es una herramienta de salud para evitar patologías y tener una mejor calidad de vida”.
Los ‘runners’ tampoco se evalúan
El Centro de Medicina Deportiva del Consejo Superior de Deportes presentó en 2015 en el congreso anual de la SEC un estudio en el que participaron 509 corredores, con una media de edad de 38,3 años, de la XV Media Maratón de Madrid. El trabajo mostró que el 48,1 por ciento de los encuestados no había realizado nunca un reconocimiento deportivo. Del resto, el 16,7 lo había realizado en el ˙último año, el 21,8 hace más de uno y el 13,4 hace más de cinco. Asimismo, el 10,6 no se había hecho nunca un ECG y al 69 por ciento no se le había practicado una prueba de esfuerzo ni un ecocardiograma. Además, 90 corredores refirieron haber sufrido dolor torácico, mareo intenso, palpitaciones o pérdida de consciencia durante el ejercicio, y el 52,2 no había sido evaluado