Calzarse las zapatillas para correr es una activad saludable siempre que se preste atención a la biomecánica, el entrenamiento y la nutrición. Consultar a un profesional ayuda a evitar patologías.
Cada vez es más común practicar ejercicio físico en forma de carrera o conocer a alguien que se entrena para un maratón y, en casos extremos, para un triatlón. Sin embargo, no todo es ponerse unas zapatillas y echar a correr; hay que tener en cuenta muchos factores que suelen pasarse por alto.
Cerca del 75 por ciento de aquéllos que comienzan a correr lo hacen sin seguir ningún consejo profesional. Según ha explicado Beatriz Martínez, directora de área de Fisioterapia y Podología de la Universidad Europea de Madrid, no se trata sólo de calentar y estirar adecuadamente, sino que existe un entrenamiento silencioso que incluye un calzado adecuado, una técnica de carrera correcta, un descanso apropiado y una alimentación equilibrada.
El tiempo de carrera, su intensidad, la modalidad deportiva y el tipo de entrenamiento, también influyen en la aparición de lesiones. Según Pedro Manonelles, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Femede), la práctica de la carrera, en función de la dedicación que se le preste, provoca lesiones del aparato locomotor -desde la cadera hasta la extremidad inferior, la que más sufre-. Esta sobrecarga produce lesiones muy características del corredor, entre las que se encuentran las que afectan a la rodilla, como la rodilla del saltador. “Correr produce una secuencia de salto repetido en sentido horizontal, que afecta al tendón rotuliano a través de un mecanismo de sobrecarga”, ha dicho Manonelles.
También son frecuentes las lesiones en el tendón de la pata de ganso, la periostitis tibial y el síndrome de la cintilla iliotibial. El daño puede llegar al pie: “En la primera fase de la zancada, con objeto de evitar lesiones, son fundamentales una buena elasticidad y potencia del sistema talo-aquíleo-plantar. Las patologías más frecuentes son las fascitis plantar o la tendinopatía del Aquiles”, ha añadido Pilar Martínez de Albornoz, traumatóloga del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid.
Antes de calzarse las zapatillas es, por tanto, fundamental, acudir a un profesional de la salud para que realice un reconocimiento médico deportivo, pero también se debe consultar a un profesional del deporte acerca de la técnica de la carrera y de la biomecánica. “No todos sabemos correr, aunque pensemos que sí; no correr bien es la principal causa de lesiones. A veces hay que acompañar el entrenamiento con actividades de fuerza y ejercicios compensadores del tren superior para trabajar la fuerza de la musculatura escapular, abdominal y lumbopélvica”, ha explicado Martínez.
Así, si por ejemplo hay un mal alineamiento del miembro inferior, un genu varo o genu valgo, un pie plano o cóncavo, puede que eso se traduzca en una lesión cuando la persona se pone a correr. Los impactos de repetición en un terreno duro también pueden generar dolores en la zona lumbar.
Al acabar de correr no debe olvidarse que el trabajo de vuelta a la calma con estiramientos ayuda a evitar las tendinopatías, y que el exceso de trabajo muscular hay que compensarlo con descanso o con técnicas de terapia manual. “Los estiramientos deberán realizarse en función de la intensidad de la carrera y de la modalidad deportiva”, ha dicho Martínez.
Además, el corredor no está exento de sufrir accidentes, muchas veces por la pisada en suelo irregular, que pueden producir esguinces, torceduras y rotura de fibras.
Cuanto más larga es la carrera, más tipos de lesiones pueden presentarse. En las de larga distancia, como las ultras o el maratón, pueden aparecer problemas más allá del aparato locomotor. “Es habitual que aparezca una afectación renal: se calcula que el 80 por ciento de los maratonianos presentan hematuria (sangre en orina), y este porcentaje se incrementa si lo hace la distancia. Además, los corredores de fondo también suelen tener anemia ferropénica”, ha añadido Manonelles.
Es el deportista el que debe elegir la disciplina que quiere practicar y ser consciente de los riesgos que conlleva. Sin embargo, hay que diferenciar entre la actividad deportiva que busca mejorar la salud y que ha de ser ligera y controlada, de la de competición. “Desde hace tiempo se ha producido un boom, constatado en estudios, encuestas y a simple vista, por el que muchas personas que nunca han hecho deporte comienzan a correr con la intención de aguantar un maratón. Pero el maratón requiere una preparación larga y condiciones disciplinadas que no tienen”. Esto no quiere decir que con un programa de preparación adecuado no puedan hacerlo. El problema es que entrenan sin asesoramiento, se marcan plazos cortos y tiempos de finalización, “lo cual es una bomba de relojería porque esos retos suelen ser superiores a sus posibilidades”.
Según Manonelles, los futuros maratonianos requieren una guía profesional, “ya que no saben programar el entrenamiento, ni hidratarse -algo mucho más importante en altas temperaturas-, ni alimentarse adecuadamente y utilizan ayudas ergogénicas sin prescripción”.