El ejercicio físico puede tener muchos efectos beneficiosos sobre la salud; entre ellos se sabe que protege frente a la depresión inducida por el estrés. Sin embargo, hasta ahora se ignoraban los mecanismos que mediaban en dicho efecto protector. Un estudio realizado en el Instituto Karolinska (Suecia) parece haber dado con la respuesta a esta cuestión. Los investigadores han visto que el ejercicio físico induce cambios en el sistema músculo esquelético que pueden purgar la sangre de una sustancia que se acumula durante el estrés y que se sabe que es perjudicial para el cerebro.
No hay que olvidar que la depresión es un trastorno muy común en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 350 millones de personas viven con la enfermedad.
El estudio parte de la base de que la proteína PGC-1a1 aumenta en el músculo esquelético por la práctica de ejercicio, y que dicha proteína media en el acondicionamiento muscular beneficioso relacionado con la actividad física. Así, a partir de un ratón modificado genéticamente para que tuviera niveles elevados de PGC-1a1 en el músculo esquelético y de otro grupo de ratones control, los científicos expusieron a ambos grupos a un ambiente estresante, como ruidos fuertes, luces intermitentes, y alteraron su ritmo circadiano –sueño/vigilia- en intervalos irregulares. A las de cinco semanas de estrés , los ratones control se había desarrollado un comportamiento depresivo, mientras que los modificados genéticamente no presentaban síntomas depresivos.
«Creíamos que el músculo entrenado produciría una sustancia con efectos beneficiosos sobre el cerebro, pero en realidad vimos justo lo contrario», explica el director del trabajo, Jorge Ruas. «Lo que hacía el músculo bien entrenado es fabricar una enzima que purga el cuerpo de sustancias nocivas, algo similar a la que hacen otros órganos, como el riñón o el hígado al eliminar toxinas».
A continuación los investigadores descubrieron que los ratones con mayores niveles de PGC-1a1 en el músculo también tenían cifras más elevadas de enzimas KAT, que se encarga de convertir una sustancia formada durante el estrés (quinurenina) en ácido quinurénico, una compuesto que no es capaz de traspasar la barrera hematoencefálica. Aunque se desconoce la función exacta de quinurenina, los pacientes con depresión presenten alteraciones de quinurenina.
Ahora, en este trabajo los investigadores han demostrado que cuando se administró quinurenina a los ratones normales éstos revirtieron su comportamiento depresivo, mientras que los ratones con aumento de los niveles de PGC-1a1 en el músculo no se vieron afectados.
«Es posible que este trabajo abra una nueva vía farmacológica para el tratamiento de la depresión basado en la modificación del músculo esquelético en lugar de dirigirse directamente al cerebro. Según nuestros datos, este sistema parece tener un efecto de desintoxicación que, cuando se activa, puede proteger el cerebro de las enfermedades mentales», añade Ruas.