La recuperación de las alteraciones del estrabismo tiene una ventana temporal de eficiencia máxima: desde el nacimiento hasta los 8 años; de ahí lo esencial de la detección temprana.
El estrabismo es una de las alteraciones visuales de mayor prevalencia en la infancia. Lejos de pensar que se trata simplemente de un problema estético, el estrabismo y los problemas de motilidad ocular anormal entrañan diversas deficiencias visuales que requieren intervenciones adecuadas. De esta forma, el diagnóstico temprano de las alteraciones de la vista es esencial para el control precoz y efectivo del estrabismo. Lo contrario puede dar lugar a alteraciones más complejas.
“En estrabismo existe un periodo sensible en el que es necesario detectar el defecto visual. Esta ventana suele situarse desde el nacimiento y hasta alrededor de los 8 años de edad. En esta franja, hay que detectar el defecto o la patología y aplicar el tratamiento adecuado. Después de esa edad, ciertas alteraciones, como la ambliopía o la agudeza visual, no suelen recuperarse, porque el sistema visual ya ha madurado y, por tanto, la plasticidad cerebral es menor”, explica a DM Diego Puertas Bordallo, jefe del Servicio de Estrabismo y Oftalmología del Hospital Infantil Niño Jesús, de Madrid.
Para conseguir una detección temprana, lo que implica una actividad terapéutica oportuna, el cirujano considera importante el papel, la acción y la formación de los médicos de Atención Primaria como primeros receptores de niños con este y otros problemas de la vista. Con el objetivo de facilitar esta labor, Puertas dirige anualmente cursos de oftalmología para pediatras de primaria porque “ellos son los primeros que ven a los niños y necesitan saber y conocer qué pruebas son las eficaces y las que se pueden realizar ante una sospecha firme y derivar al oftalmólogo”.
Según el cirujano, el tratamiento del estrabismo infantil consigue un aspecto estético favorable, que es importante para el niño. Sin embargo, la relevancia se centra en la parte funcional, que es esencial y en la que se persigue dar respuesta a la carencia de visión binocular que conduce a la utilización de un ojo más que de otro y que se traduce en una merma que repercute posteriormente en muchas esferas de la vida cotidiana de los niños. La recuperación de las alteraciones que conlleva el estrabismo es esencial, ya que afectan a fases de aprendizaje y desarrollo básicas en el niño.
“En los niños que tienen estrabismo es absolutamente necesario establecer un control porque se encuentran en la fase más importante de desarrollo y aprendizaje. De cerca, no utilizan el ojo desviado para no ver doble. Tienen un mecanismo de supresión que les permite no utilizar el ojo que desvían. De esta forma, cuando empiezan a leer, por ejemplo, se saltan palabras, renglones, tienen dificultad en la lecto-escritura o retrasos de aprendizaje. En otros casos pueden aparecer cefaleas, aunque el dolor de cabeza también puede estar provocado por una hipermetropía o un defecto importante de refracción. Así, en esta parcela adquiere especial importancia la dilatación pupilar: para paralizar la acomodación, relajar el cristalino y conseguir un diagnóstico no erróneo”.