Aproximadamente un tercio de los accidentes ocurridos durante el ejercicio de la caza son debidos a problemas de salud. La edad media de los cazadores es relativamente alta, más que en otros deportes, y la caza es una actividad que exige un esfuerzo físico entre moderado e intenso de larga duración. El cazador debe mantenerse en buena forma física evitando el sedentarismo y practicando algún tipo de actividad física todos los días y no sólo durante el fin de semana. Es conveniente andar diariamente entre 45 y 60 minutos a paso rápido. También podemos subir por las escaleras dos o tres pisos una o dos veces al día y practicar otros deportes (natación, tenis, pelota, gimnasio etc.) cuantas veces podamos. Pero para poder mantener esta actividad deportiva y después poder hacer el esfuerzo físico correspondiente a practicar la caza, es necesario que previamente consultemos con nuestro médico para que él, teniendo en cuenta nuestra edad y estado de salud. Se debe estar bien vacunado contra el tétanos, ya que, no sólo es útil por una herida de proyectil, sino ante cualquier accidente que pueda sucederle durante la cacería o en su vida habitual.
Es de vital importancia contar siempre con un ‘botiquín del cazador’, que debe incluir gasas estériles, vendas de diferentes tamaños, solución antiséptica yodada, analgésicos, tijeras y útiles como un silbato, que siempre se oirá más que la voz en caso de pedir ayuda.
Por otro lado, no debemos descuidar y dar como trivial la alimentación antes, durante y después de la caza: en ningún caso debe ser copiosa, debemos mantenernos hidratados y combinar la ingesta de hidratos de carbono de lenta absorción (como pan, patatas, legumbres, etc.) antes de la caza con el fin de nutrir de energía, con los hidratos de carbono de rápida absorción (como pasas o frutos secos) para mantener dicha energía durante la cacería si notásemos síntomas de cansancio o sensación de debilidad. Por supuesto, el consumo de bebidas alcohólica está totalmente contraindicado durante el ejercicio de la caza.
Normas de seguridad
El seguro del arma ha de llevarse siempre puesto hasta momentos antes de que se prevea disparar. No disparar sin previa identificación cierta del objetivo (ver los ojos, oír batir las alas) ante la duda, no disparar. El dedo deberá mantenerse siempre apartado del gatillo hasta que proceda disparar.
-Atención a los rebotes en zonas pedregosas y rocosas.
-Sólo se le puede disparar a las especies autorizadas.
-Durante la marcha, las armas deben ir enfundadas.
-Los apoyos con el arma cargada pueden provocar un disparo:
-Es obligatorio el uso del chaleco y gorra reflectante en las batidas.
El hombro del cazador
El hombro puede resultar afectado durante la caza incluso sin necesidad de sufrir ningún incidente. Porque sobre esta zona se apoya la culata del arma recibiendo el efecto del retroceso. Las lesiones más habituales son la contusión simple, hematoma, tendinitis del bíceps, artritis escapulo humeral y acromio clavicular. La causa común de estas lesiones radica en un sólo factor: el mal apoyo de la culata.
Es aconsejable añadir una protección almohadillada al chaleco de caza o debajo de la camisa para mantener la distancia o longitud de tiro de la culata. Aplicar un taco de retroceso (cantonera) que suele ser de goma semirrígida y que absorbe, en parte, la energía del retroceso.
Heridas y traumatismos oculares y de oído
Los traumatismos oculares en la caza son el 15% del conjunto de las lesiones oculares de todos los accidentes deportivos. Los impactos directos son los más graves. La protección de los ojos se hace imprescindible en las actividades en que se utilizan cartuchos de perdigón y en especial cuando se circula por zonas rocosas o frondosas. Las gafas de seguridad son anatómicas y cómodas.En caso de herida ocular debemos tapar el ojo afectado y acudir con urgencia a un centro especializado.
Por otro lado, y en lo referente a los traumatismos de oído, estos se diferencian dependiendo de los síntomas: dolor intenso, disminución de la audición, continuo zumbido, o incluso sangrado, etc. Para el dolor puede administrarse cualquier analgésico por vía oral en dosis única o mínima, en tanto se consulta al especialista al regreso. El resto de síntomas terminan normalizándose al cabo de 12h o 24h pero en caso de persistir se debe consultar a un especialista.
Contagios por contacto con animales de caza
Las piezas capturadas nos pueden transmitir enfermedades por los parásitos que puedan tener, como pulgas y garrapatas. Hay que tener en cuenta que cuando las pulgas y garrapatas se dan cuenta de que el animal donde están ha muerto (está frio) lo abandonan y buscan otro receptor; es en ese momento cuando pueden quedarse dentro del coche, la ropa, y luego picarnos a nosotros.
Ha de utilizarse una barra o crema repelente de insectos, tipo Autan® activo; procurando poner el repelente antes de manipular las piezas, en las zonas donde con más frecuencia pican las pulgas, que es el espacio que va desde los tobillos hasta la rodilla, el abdomen y la zona lumbar.
Es importante que al menos una hora antes de cargar las piezas en el coche, se rocíen bien con estos pulverizadores para matar todas las pulgas y garrapatas que a buen seguro llevan encima.
Enfermedades debidas al consumo de carne de caza
NO deben tocarse los animales encontrados muertos. La carne de jabalí siempre ha de ser analizada por un veterinario para descartar la existencia del parasito trichina spiralis (triquinosis). Un peligro real de contagio viene por el consumo de embutidos hechos a partir de carne sin cocinar. Toda la carne de caza debe consumirse correctamente COCINADA, de esta forma evitaremos el contagio de algunas enfermedades que pueden transmitirse por el consumo de carne cruda o escasamente cocinada.