El cáncer de mama es una de las tumoraciones más frecuentes en las mujeres, sobre todo en los países desarrollados. El estilo de vida y el aumento de la esperanza de vida, junto con cierta carga genética debido a los antecedentes familiares, está causando un aumento en su incidencia. Sin embargo, la tasa de supervivencia también está aumentando gracias a los programas de detección precoz.
El estilo de vida puede influir sobre los factores de riesgo que contribuyen a aumentar o disminuir la probabilidad de desarrollar tumoraciones. Estos factores acostumbran a ser modificables, como por ejemplo, el consumo de tabaco y/o alcohol, la obesidad, el sedentarismo, la dieta y la exposición a sustancias tóxicas. También hay que tener en cuenta que una menarquia (primera regla) precoz, o una menopausia (última regla) tardía, puede influir en el aumento de riesgo de cáncer de mama. Por el contrario, una lactancia materna prolongada actúa como factor protector.
Por todo esto y mucho más, toda mujer debe tomar conciencia de su salud, y debería seguir controles preventivos para disminuir el riesgo de padecer un cáncer, o bien, detectarlo en los primeros estadíos para así mejorar el pronóstico.
Existen dos métodos de detección precoz:
1. El diagnóstico precoz o el conocimiento de los primeros signos y síntomas en la población sintomática para facilitar el diagnóstico y el tratamiento temprano. Tener cierto grado de conocimientos sobre los cambios que se pueden producir en el pecho durante la etapa reproductiva femenina puede aumentar la percepción de salud de la mujer y mejorar el cumplimiento de los programas de cribado. Por eso, y a pesar de no tener datos concluyentes sobre la efectividad de la autoexploración mamaria, es interesante observarse el pecho, explorarlo y palparlo una vez al mes en búsqueda de cualquier anormalidad.
2. El cribado, o sea, la realización de pruebas a la población susceptible de padecer cáncer a pesar de no tener síntomas, para detectar anomalías que cursan sin signos y síntomas. La mamografía es el único método clínico que se demuestra eficaz para detectar signos de cáncer de mama en nuestro medio, pudiendo disminuir la mortalidad entre un 20% y 30% cuando la cobertura llega al 70% de la población susceptible de enfermar. Esta población son mujeres entre los 50 y los 64 años y que deberían seguir controles mamográficos cada 2 años. En el caso de tener antecedentes familiares, el cribado debe empezar más precozmente.
Tu comadrona o matrona puede informarte sobre los programas de cribado, asesorarte sobre cuando empezar a realizar mamografías y enseñarte a realizar la autoexploración mamaria para que tu tomes las riendas de tu salud.