Hay muchas razones para que un niño se despierte durante la noche, especialmente en el primer año de vida (calor, fiebre, pañal sucio, hambre, etc.) pero lo que no es normal es que después de cumplir los seis meses lo haga varias veces o duerma menos tiempo de lo que sería normal. En este caso se habla de insomnio infantil.
Los niños con insomnio lloran más, son más irritables y nerviosos, pueden presentar problemas de crecimiento y de atención y reclaman constantemente la atención de los padres, que también sufren las consecuencias: no descansan, se sienten agotados, sufren cambios de humor y discuten más entre sí.
Hay mucha literatura didáctica dirigida a los padres para que aprendan a educar al niño en los hábitos de sueño y en la que se ofrecen numerosos conejos útiles. Pero quizás el más importante sea el de mantenerse tranquilos pero inflexibles y hacer
siempre lo mismo, estableciendo una rutina para que su hijo sepa de que ha llegado la hora de dormir.
Es muy importante que los padres respondan rápidamente y con eficacia ante las primeras muestras de insomnio infantil. De hecho, lo expertos consideran que si el problema persiste después de los cinco años es muy probable que al llegar a la edad adulta tengan trastornos del sueño. En este sentido, la educación del sueño es una tarea fundamental que los padres deben llevar cabo desde los primeros 3-4 meses de vida de su hijo.
A continuación se exponen algunos consejos para dormir al bebé. Si bien el recién nacido duerme de forma muy anárquica y no valen imposiciones, para enseñarle a dormir podemos:
·Establecer un ritual: la rutina es una condición indispensable. Hay que hacer siempre lo mismo, en tiempo y orden, cuando se va a acostar al niño. Lo primero el baño, luego la cena y después la cuna, a la que tiene llegar siempre despierto. No hay que estimularlo y sobreexcitarlo con juegos y menos aún dormirlo en brazos antes de acostarlo. Después de acostarlo hay que abandonar la habitación, así como evitar juguetear con él, darle, la mano, acariciarlo o distraerlo de cualquier otro modo.
·Horarios inflexibles: debe acostarse todos los días a la misma hora, preferiblemente a las 20-20:30 horas en invierno y a las 20:30-21 horas en verano. En verano los días son más largos, pero ello no debe ser un impedimento: basta con bajar la persiana para dejar la habitación en la oscuridad.
·Dormir solo: es frecuente que la cuna en la que duerme el niño se encuentre inicialmente en la misma habitación de los padres. Pero a partir de de los seis meses, si no antes, debe dormir solo en su propia habitación.
·Habitación: en el momento de ir a dormir debe mantenerse la oscuridad en la habitación. Asimismo, la temperatura ambiente debe estar entre los 20-23 grados centígrados y debe ventilarse todos los días.
·Pijama y ropa de cama: los bebés se mueven mucho mientras duermen, por lo que es importante que se sientan cómodos. El pijama no debe ser ajustado y las sábanas únicamente deben remeterse bajo el colchón en los pues de la cuna. Tampoco deben pasar calor, por lo que no hay que abrigarles en exceso.
·Postura para dormir: sobre este tema ha habido muchas controversias, asociadas a la influencia de la postura en relación al síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). En la actualidad se considera que la mejor postura es boca arriba, apoyando la espalda sobre el colchón. Enseñarle a distinguir entre el estado de vigilia y de sueño sacándole de la cuna y espabilándolo cuando no esté durmiendo.