La estigmatización de la depresión sigue siendo un obstáculo para que las personas de todo el mundo busquen ayuda. Para combatir esta realidad, la OMS ha dedicado el Día Mundial de la Salud a esta enfermedad
Con motivo del Día Mundial de la Salud, que este año se centra en la depresión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) quiere lanzar un mensaje claro: se puede prevenir y tratar. Los pacientes y los psiquiatras aseguran que “hay que hablar de la depresión con normalidad y no ocultarla como si fuera un secreto”.
Una mayor prevención y la mejora del tratamiento reduciría el elevado coste personal y económico
La depresión es algo completamente diferente de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración y de intensidad moderada a grave, causando gran sufrimiento y alterando las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. De hecho, cada año se suicidan más de 800.000 personas, siendo la segunda causa de muerte en el grupo de edad de 15 a 29 años.
Bajo el lema “Hablemos de la depresión”, el objetivo de la OMS es acabar con esta estigmatización y conseguir que la población general esté mejor informado sobre la enfermedad mental, sus causas y posibles consecuencias, y sobre la ayuda disponible para la prevención y tratamiento.
“Es necesario normalizar la depresión. Muchos la ocultan, la mantienen en secreto, pero ello no contribuye a curarla antes”, se ha lamentado José Ramón Pagés, coordinador de la Asociación Nacional de Ayuda al Enfermo de Depresión (Anaed).
“La salud mental, en la que se incluye la depresión, es una parcela infradesarrollada de la salud en todos los países, también en Europa, donde sigue siendo una asignatura pendiente”, denuncia Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), “Ha pasado de ser una especialidad anecdótica a ser una más, sobre todo debido al elevado grado de discapacidad y de desgaste que conllevan las patologías mentales más prevalentes. La OMS pretende equilibrar la actual situación de agravio de dotación de recursos y de insuficiencia de fondos”.
Se estima que entre el 30 y el 50 por ciento de los pacientes con depresión no están diagnosticados y a pesar de la existencia de tratamientos eficaces, más de la mitad no los recibe. De extenderse el diagnóstico y el tratamiento de la depresión, se podrían evitar hasta el 70 por ciento de los suicidios, según Pagés.
Recuperar completamente al paciente es una de los grandes retos actuales en la depresión. Desde el punto de vista afectivo y somático, “los tratamientos antidepresivos consiguen mejorar el comportamiento de los pacientes, que vuelven a estar activos, más animados, recuperan el apetito, la sexualidad y el sueño”, ha explicado Bobes. Además, también existen fármacos que logran que el paciente recupere su capacidad cognitiva y ejecutiva.
Alrededor del 50 por ciento de los pacientes con depresión en remisión no se consideran a sí mismos recuperados y más del 70 por ciento siguen presentando síntomas cognitivos, uno de los problemas residuales más prevalentes en esta enfermedad, asociados a una mala evolución a largo plazo. Entre ellos se encuentran la dificultad de concentración, olvidos frecuentes, indecisión con dificultad para tomar decisiones y priorizar, y procesamiento retardado (habla y respuestas lentas).
La recuperación funcional es necesaria en todos los ·ámbitos de la vida: entorno social, afectivo, profesional/académico, pero la existencia de síntomas depresivos residuales se relaciona significativamente con un elevado riesgo de recaída tras el tratamiento. “En la depresión no hay un antes y un después. La recuperación es un proceso largo y siempre queda una huella que hace que seas mucho más sensible y vulnerable a una recaída. Es comparable a cuando te rompes un hueso, siempre hay algo que te recuerda que el hueso puede volver a romperse de nuevo”, ha explicado Pagés.
Una enfermedad con un elevado coste personal y sanitario
La depresión provoca angustia mental y puede afectar a la capacidad de las personas para realizar las tareas cotidianas más simples, lo que puede provocar efectos nefastos en las relaciones con familiares y amigos y la vida laboral. La OMS afirma que la depresión es la principal causa mundial de discapacidad y que contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. “Hay distintos grados, pero cuando una depresión es mayor, te llega a incapacitar de tal manera que no eres capaz de vestirte ni de comer. No eres capaz de concentrarte. Es una enfermedad tan inexplicable que, en más de una familia, puede provocar casos de divorcio. Si la enfermedad se conociera mejor, no provocaría tantas catástrofes”, ha afirmado Pagés.
Una mayor prevención y la introducción de mejoras en el tratamiento reducirían el elevado coste personal de la enfermedad así como el elevado coste económico que supone para el sistema sanitario y laboral. “Desde un punto de vista cuantitativo, no hay más que ver cuántas personas han sido incapacitadas permanentemente después de un trastorno depresivo mayor, las cifras son muy notables. Las bajas laborales tienen un coste importantísimo para la economía”, ha advertido Bobes.